¡Wey, cómo olvidar el día en que me embestiste por última
vez! Fue la primera noche que dormimos juntos, bien empiernaditos… la
primera vez que dormí con un cabrón, ese día yo tuve mucha chamba y mi jefe me
tuvo trabajando hasta las 11 de la noche. Terminé cansado, ¡pero me cai cabrón,
que con solo pensar en verte y estar contigo me olvidaba de todo, hasta del
puto cansancio!
Máximo, ¡No te hubieras ido pendejo, qué no veías que yo sentía
algo por ti! Sabía que estabas casado,
que tenías responsabilidad pero tú no la amabas… ¡No la amabas! ¡Por qué no
tuviste el valor de vivir la vida que siempre quisiste? ¡Por qué si decías que
me amabas no fuiste capaz de ser solo mío? ¡Maldito seas Máximo!
¡Puff..! Aún recuerdo tu aliento cuando terminamos esa
noche. Cómo olvidar sentir a un cabrón grandote arriba de mí, metiendo y
sacando su fierro de 19 centímetros. Era como de película, con el cuarto a oscuras solo veía las sombras
que proyectaban las luces de la calle al entrar por la ventana, un bulto
subiendo y bajando… eras tú, parecías un toro por la espalda que te cargabas,
peluda y bien grande. Esa noche no
parabas de decirme “mi amor”. Hasta cuando agarrabas mi cabeza mientras te
mamaba la verga. A ratos te la mamaba y luego me subías a tus labios para darme
un beso y decírmelo.
¡Cómo te gustaba
sentir mi lengua en tu verga! Y la neta, yo era feliz de sentir la tuya hurgando
mi culo.
¡Wey, qué combinación hacíamos! Tú grandote, peludo,
espaldón pero siempre vistiendo de traje y la barba bien delineada, y yo un
morrito delgado chalán de mi papá mecánico. Yo siempre sucio, parecía
pordiosero jaja Pero eso era lo que nos
gustaba el uno del otro: a ti te excitaba mucho mi aroma a aceite quemado, la
gasolina y mis manos rasposas, yo esbelto y bien definido, nada fuera de lo
común para ser un morrito de 14 años. En
cambio tú, un cabrón hecho de poco más de 30 años, licenciado y de cuerpo bien
trabajado…
Ya éramos cómplices.
Tú me escupías en la cara y en la boca y yo te la mamaba y me excitaba más
cuando te hacía gemir, ese punto era cuando sabía que debía parar porque estabas
por venirte. Yo era aficionado de tu lengua en mi culo y tú no podías parar de
comértelo. Hasta la verga se me para de escribir estas palabras… imagino como si todavía lo hiciéramos: tu lengua
entrando y saliendo, metiendo el dedo de vez en cuando… pero lo que más me
gusta es cuando me raspas con la barba.
Te atascabas con mi
culo, te lo tragabas con mucha ansiedad, como si fuera el último culo que tu
boca probaría. ¡Wey, no mames no podíamos venirnos de otra manera! ¡Es como si nuestras vergas lo supieran! Yo
mamando tu verga y tú comiéndote mi culo. Pero a ti te gustaba mamármelo
principalmente después de cogerme, decías que abierto sabía más rico, y cómo no
abrirme si tenías una verga bien grandota wey… Aunque sólo lo decías por tu necesidad de
macho dominante de sentir tu verga dentro de mí, no podías dejar pasar la
oportunidad de restregarme en la cama, de escuchar mis quejidos al sentir tu
verga taladrándome. Era tu forma de sentirte un cabrón, tu manera de decirme lo
mucho que también me amabas… Pero, nunca
pudiste venirte así, lo tuyo, lo tuyo era mamar mi culo y sentir mi lengua en tu
verga, ese siempre fue el punto más culminante en nuestra historia.
No sé si el amor de cabrón a cabrón sea un pecado. Máximo…
wey, ya tiene algunos años que pasó esto y me imagino que nadie se enteró. Lo
único que puedo hacer por ti es rezar y decirle a Dios que yo sí te amé y si en algún momento lo ves dile esto mismo.
Me tomo esta chela a tu salud cabrón.